viernes, 20 de junio de 2008

Anacreonte supo renunciar a casi todos los mitos de
su tiempo:
patria, fama, triunfo, dignidad de soldado,
respeto hacia los muertos y amistad con los dioses.
¿Cómo no serenarse, si todo está perdido?
Guillermo Carnero


...y los muertos no beben, no aman, no desean.
Por hábito o coincidencia
me acostumbré al olor amargo de las calles.

La sonrisa me sorprende,
carcajea mi estupidez.

No es tan fácil abandonar el temor a la muerte.

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