martes, 29 de abril de 2008

No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo
una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo
dolor no me concierne.

Antonio Gamoneda




Es demasiada esta ciudad, harta, henchida por mil,

cientos, mil millones de cuerpos que se extinguen.

Esas diminutas luces desde lejos,

desde las alturas remotas de cualquier edificio,

y su ir y venir de arteria por doquier, extinguiéndose,

no las comprendo,

no entiendo su terco crepitar por las banquetas,

por las asoladas calles,

por todos lados.

viernes, 25 de abril de 2008

Algo de música...

Para celebrar que la banda de Connor Oberst viene a Monterrey aquí les dejo este video que me encontré en la güev...

Take it easy (Love Nothing) de Bright Eyes:

jueves, 24 de abril de 2008

Fui el primer hijo en una familia de idiotas.

Nací cualquier día a cualquier hora,
llevé en mi sangre la torpeza de los hombres comunes.

Seguí mi vida como se siguen las carreras de caballos:
con la derrota a cuestas y el temor a perderlo todo.

Ahora
me queda el recuerdo de mi alumbramiento,
la familia de idiotas
y la certeza,
única, total,

de nunca haber ganado nada.
Esta costra, esta ciudad.

Al menos mis nervios traicionan,
Lilly sobre el buró
con su piel blanca y tersa
me colma el ansia
con su blanca y tersa piel
me colma
todo

de viento, quimeras, transparencias.

Sosiego para los desesperanzados.

Esta costra líquida de la sangre,
que fluye, palpita y retuerce en el esófago.
Esta ciudad.

Lilly desde el buró,
no habla, enmudece.

Afuera
la costra hierve,
fermenta y revienta en hebras de luz.

Sosiego de los desesperanzados.

El ansia no me deja dormir,
al menos mis nervios traicionan,
remueven la costra,
el líquido en el cuerpo, resbala.

Lilly desde el buró,
con su piel blanca y tersa

calma el ansia

sosiego de los desesperanzados.

martes, 22 de abril de 2008

Meursault sólo deseaba

un poco de odio en el patíbulo

espectadores

gritos

abrirse a la tierna indiferencia del mundo


Roquentin era su nombre

o lo que imaginaba que era su nombre

labrado en la corteza de un guijarro


Bartleby prefería no desear tanto

era taciturno como aquellos hombres

que deciden apaciblemente su muerte


Yo


que no soy Bartleby

Meursault ni Roquentin

sólo me doy cuenta que me es indiferente

la vida de cualquiera de estos hombres

miércoles, 16 de abril de 2008

Sin Título

Estaba demasiado lejos para distinguirlos saliendo del cuarto de aquel motel. Cuando la reconoció, a través de la lente del telefoto, entendió que había dedicado demasiado tiempo a matrimonios ajenos. Su contratante reía burlonamente, seguro de estar siendo observado por un detective bastante pendejo.

martes, 15 de abril de 2008

Bienaventurados los que nada esperan

Porque ellos nunca serán defraudados


I

Desconfío de los hombres

y mujeres risueños,

en sus corazones hay tanta angustia

que se han olvidado de sí mismos.

II

No espero nada de la vida,

sólo espero,

interminablemente.

III

Vagamente feliz era aquel hombre,

extraño, francamente imbécil,

qué inútil e inocente fue mi padre.

Horror de seguir vivo
los ojos escrutando perplejos por doquier
Ramon Dachs


Horror no a la muerte
sino a la espera de la muerte.


Finalmente.


He comprendido.
Se secarán mis párpados
porque las noches son tiernas y oscuras.

Sobre una caja con fotografías viejas
recordaré mis días en este mundo.

He comprendido.
Finalmente

miércoles, 9 de abril de 2008

De cómo los vampiros cambiaron la moronga por el taco de ojo

Dicen que los voyeurs son vampiros renegados. A decir verdad, les causa repulsión beber sangre, tener ese contacto vulgar con los seres humanos; pero como no pueden escapar de su condición, convierten su hambre en morbo. Con el paso de los años han modificado casi todas sus características: sus colmillos se han vuelto chatos y estéticos, y el alo de misterio que los hacía atractivos sirve ahora para hacerlos invisibles. Lo único que permanece intacto es su vulnerabilidad ante la luz. Por la noche se les puede ver vagando por las avenidas o en los cines viejos, aunque sus lugares favoritos son los antros de moda.

Su mirada es un arma de supervivencia punzante y sangrienta. Usualmente eligen una víctima al azar y la miran por largo rato, como un gato a un pájaro. La recorren lentamente, como si pasaran su lengua por cada rincón del cuerpo. Muchas veces sucede que la presa, con algo de alcohol encima y el ego elevado, los confunde con ebrios seductores. Entonces trata de llamar su atención de manera descarada; si esto no resulta utiliza tretas viejas con el fin de intercambiar palabras, teléfonos o fluidos. Mas al saberse cercanos al contacto corporal, los ex vampiros huyen despavoridos y asqueados.

Al igual como lo cuentan las leyendas, su imagen no puede reflejarse en un espejo, por eso cuando se paran frente a uno parecen burócratas, banqueros, maestras de kínder o estudiantes de ingeniería. Su disfraz es tan eficaz que raramente se les logra distinguir, salvo cuando algún incauto logra encontrar sus ojos entre la multitud después de sentirse observado por horas.

domingo, 6 de abril de 2008

No salgo mucho de casa y
siempre digo la verdad cuando estoy solo

Espero
espero la vida como se espera el próximo cigarro
me siento extraviado
y cierro las ventanas
por ese extraño amor a mis cuatro paredes

digo la verdad
cuando estoy solo

casi siempre.

Compré una nueva compañera esta semana. Sólo hay que mirarla a los ojos y pensar en lo que uno quiere, inmediatamente después abre los globos oculares, escanea los pensamientos, lubrica sus pupilas y hace todo lo que pidas. La gente común se aprovecha de ellas, los he escuchado decir que para eso se hicieron. Las exhiben en las calles, modifican sus proporciones, las pasean como a mascotas y hasta las intercambian. No estoy en contra de eso, digo, no soy de los que las cazan y las queman por temor a la desaparición. Tengo cuatro y nunca las dejo salir de la unidad, me gusta tenerlas cerca, poder olerlas y pedirles que se queden quietas, como maniquíes, que sólo me observen sin decir ni hacer nada, eso me hace sentir, no sé... cada vez más humano.

jueves, 3 de abril de 2008

Me digo una y otra y otra vez

me digo que soy Panero

como Panero era Pessoa y Pessoa

Álvaro de Campos


pero me sabe a ceniza todo lo que digo

me sabe al cenicero donde están las voces

de los amigos que no tengo


Y me desdigo, tantas veces,

me repito soy otro hombre

un hombre demente

que escribe que no sabe

si su sangre es de hombre o de cerdo


Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio

y me duele no fumar mucho

me duele no decir Demasiado

me duele que mi boca no diga

oigo pasar la vida como quien pone la radio


Y soy tantas veces yo mismo

que termino siendo yo mismo

y me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón


y me harto de esta inercia de los hombres comunes

del temor a la carne que me hunde los pies en el barro


Y me digo, tantas veces,

tengo la boca llena de sangre
y toda mi alma sabe a sangre

y sangre que sale de las grietas de mi cráneo


pero mi boca sabe a saliva

sabe al tímido aliento de cualquier hombre

sabe como saben las bocas

no a la sangre de cristo

ni al infierno

ni a la inútil carne de los recién nacidos

sabe a un golpe de viento en el frágil cristal de mi ventana

a eso sabe



a una larga nada

martes, 1 de abril de 2008

Crónicas de la infancia

Rosario

Méteme la mano debajo de los calzones. Me da como miedo que nos cachen. Nadie se mete aquí, nadie nos va a cachar. Sentí suavecito luego mojado, me daba vergüenza que Rosario supiera que yo nunca hecho nada de eso, que estaba bien pendejo y ella me tenía que decir cómo hacerle.

Al principio ella era la que me buscaba, en el recreo se me quedaba viendo y se reía, luego me preguntaba si ya había comprado tacos con doña Pachis, yo siempre me esperaba hasta verla, luego íbamos al puesto al otro patio de la Arcadio, platicábamos de la tele, de carrusel de las américas y las caricaturas, después me dijo que ya no le gustaban, que oía a Pablito Ruiz y a Caló, que la Cuquis y Pita ya tenían novio y que le gustaba un chavo de la cuadra.

Rosario ya era grande, estaba en sexto año y se pintaba los labios. Tenía el pelo largo y clarito, cuando se reía se le saltaba un diente que tenía chueco, siempre se recogía el pelo en cola de caballo y se dejaba el fleco esponjado, siempre tuvo unos ojos bonitos, cuando se acercaba olía al perfume del spray.

Rosario siempre llevaba lonche, esa vez mi jefa me dio diez mil pesos y me dijo que le diera la feria, se me ocurrió picharle unos tacos a Rosario y en la salida ella me dijo que el que le gustaba de la cuadra era yo, no supe qué hacer, me puse tartamudo y todo sudado, se me quedó viendo un rato y de repente me dio un beso en la boca. Ese mismo día fue a mi casa, pero mi jefa no me dejó salir porque me había gastado la feria del lonche. Como tampoco me dejaron prender la tele, me salí al patio con la Chuchi, a darle balonazos a la pared, Rosario me chistó, se metió a la casa abandonada de un lado del cantón y se trepó a la barda del patio de mi casa, fue la primera vez que platicamos como novios y que me dijo que me quería.

Cuando la Comadre, el Muelas y Piter se enteraron que andaba con la Rosario se cagaron conmigo. Una vez hasta nos corretearon en la bici y me dieron una pedrada en la espalda, me emputaba de a madres que siempre estuvieran cagando el palo, hasta miaron la barda donde Rosario y yo nos poníamos a platicar, olía bien gacho y tuvimos que echarle jabón fab para que se le quitara el pinche olor.

Íbamos a la Wendy a comprar bolis y a veces a la avenida nomás para caminar, al último yo no podíamos hacer tanto eso, porque Piter y el Muelas me traían en corto y andaban diciendo que me iban a partir la madre.

En la escuela Rosario le dijo a Cuquis y a la Pita que yo era su novio, ellas se rieron, pero como quiera me quedé un rato platicando, luego me di cuenta que la Comadre se me quedaba viendo bien gacho y mejor me fui sordeado para el otro patio. En la noche Rosario me reclamó y me dijo que porque la había dejado sola, que la Pita y la Cuquis se la habían curado y que si no platicaba con sus amigas ya no iba a ser mi novia. Yo ya no dije nada, me quedé callado.

Si me das un beso bésame con la lengua y luego me chupas la oreja y me sobas las nalgas.

Nada más fue una vez la que nos metimos a la casa abandonada, al otro día ya no quiso hablarme y ni me hacía caso. Luego supe que Piter le dijo a todos que se había cogido a Rosario en la casa del Gremblin, que les prestó su cuarto cuando doña Petra no estaba. Fui a buscarla a su casa y le dije que si íbamos a la barda a platicar, me dijo que no, que ya no quería ser mi novia y que ahora quería al Piter. Me dieron ganas de llorar, pero no lloré porque en la esquina estaba el Gremblin y el Muelas y le iban a ir con el chisme a los demás.

Me enojaba un chingo que al Piter no le decían nada por andar con Rosario, que a mí si me chingaron la madre y a él no se la hicieran de pedo. Dejé de salir a la calle y dejé de jugar fut con ellos.

Rosario entró a la secu 45 y tuvo que irse a vivir con su abuelita, ya no andaba con Piter, Muelas me dijo que era novia de uno de tercero, el Mayo de la Miguel Nieto. De rato se me olvidó y volví a salir a la calle, ya no me dijeron nada, ni tampoco yo les dije nada. La última vez que me topé a Rosario fue una vez que fui a comprar bolis con mi tía Dafne a la Wendy. Yo agaché la cabeza, no quise mirarla, me daba vergüenza, Dafne me dijo que no me agachara que levantara la cabeza y que la mirara, para que ella supiera que me valía madres pero cuando quise hacerlo ya no estaba. Cuando iba a la Wendy quería ver a Rosario, mirarla para que supiera que me valía madres, pero ya no fue necesario, nunca más la volví ver en la cuadra.