lunes, 31 de marzo de 2008

Esta absurda sensación de sed por la mañana

o el deseo de no ser yo mismo

sino cualquier otro

con otro nombre otro rostro

con otra carne que me aprisione a las banquetas

y la muerte lenta de cada respiro

cada noche

todas las noches

la misma noche

esta ansia por salir a las calles

y desgastar un poco el cuerpo con el roce de los segundos

de las horas

de los años

de la vida entera

nacer nuevo

estrellarme en la estatua de mi nombre

olvidarme un tanto de mi sombra

dejarla morir

ahogarla en las luces de esta ciudad hambrienta

y lamer los labios a la muerte

susurrarle al oído

no estás sola

también tengo sed

también tengo frío

domingo, 30 de marzo de 2008

Hay demasiada gente en esta ciudad

caminan caminan sólo caminan

amorosamente dejan un poco de sí en cada paso

y sonríen comen lloran fornican

son tan humanos como yo mismo

tienen tanto miedo como yo a la miseria

por eso andamos de un lado para otro

buscando tierra firme

cerrando los ojos entre tanta demasiada gente

por eso salimos a las calles a los autos a los edificios

para sabernos demasiados

para no sabernos solos

lunes, 17 de marzo de 2008

Espirales

Capítulo I

Edad de lodo

Nos han robado todo: la tierra, la sangre, el sudor de nuestros cuerpos… la vida misma.

Capítulo II

Edad de Madera

Con el primer disparo Ramón apretó la quijada, como masticando el estremecimiento que electrizaba su cuerpo.

¡Ríndanse! ¡Están Rodeados! ¡Ríndanse!


A unos metros, apostados junto a la vía del ferrocarril, Arturo y Salomón, atónitos, observaban las líneas de luz que las ráfagas enemigas dibujaban sobre sus cabezas.

Capítulo III

Edad de hierro

Si no te doblas te chingan, poco a poco te joden, te van quebrando, te miden, te van midiendo y se ríen y te putean y maldicen hasta cagarse, y te vuelven a putear una y otra y otra y otra vez hasta que te sientas menos que un perro, hasta que te arrepientas de haberte metido donde te metiste, hasta que te de asco ser humano… como ellos.

Capítulo IV

Edad de fuego

Nada hay sino un rencor callado, un odio enraizado que a veces estalla y todo lo quema y hace cenizas.

No tenemos nada, ni respuestas, ni preguntas… nada.

Conversaciones

Conversación matutina


-Hablamos de la muerte en el desayuno-

Y en su cara esa mueca que parece una sonrisa, el tedio de todos los días.

No quedamos en nada, no nos interesa.

Después de todo, cada quien morirá a su manera.


Conversación nocturna


No tenemos gran cosa en común.

–dormimos, fumamos, tomamos café, comemos, fornicamos, a veces hacemos eso juntos ¿no?-

-tengo sueño, déjame dormir-


Conversación


-No sé, digo, no hay nada específico que me gustaría hacer en este momento. Me da lo mismo, prefiero no decidir-

-igual yo-

jueves, 13 de marzo de 2008

Crónicas de la infancia

El Benjas


Lugo y Luga son hijos del Benjas. Lugo no puede hablar bien, dice las cosas mochas. Benjas está medio loco, se come las tunas con todo y cáscara, sin quitarle las espinas, dice que es muy macho y no le da miedo nada, ni la vez que se le apareció el diablo y le cambió su alma por dos caguamas. Benjas siempre está sentado afuera de su tejabán, nunca se pone camisa, ni cuando hace frío. Los gárgolas le tienen miedo, por eso no le rayan las láminas ni risquean su casa.

Luga está chimuela, en segundo se le cayeron los dientes, ya está en cuarto y no le han salido. Ella también está medio lurias, nos platica que habla con las chivas y las gallinas que tiene en el patio de su cantón; en la noche se pone a cacaraquear con los gallos, uno ya ni sabe si son los gallos o si es la Luga.

El Bejas junta fierros y los vende, una vez salió en El Extra porque lo pescaron por robarse las tapas de las alcantarillas. Lo sacó su compa Rosalío y al otro día andaba rise y rise porque le partió el hocio a dos cachuchones.

Lugo no sabe jugar fútbol, nadie lo quiere en su equipo, le pega con muchos huevos a la pelota y siempre la vuela a la avenida. Como el cabrón está bien trabado nadie le dice nada porque luego luego se le va a uno encima. Sabe qué día el Margarito le metió la pata y ¡zaz! que se va de puro hocico y que la sale toda la sanguacia. El Lugo nomás que se levanta, tumba al Gramblin y que le mete unos madrazos y unas patadas bien puestas. Margaro se puso grite y grite y que sale doña Pelos y don Margaro de la tienda, Margarote que agarra al Lugo de las greñas y que lo avienta y le mete una patada. El Lugo como que quiso llorar pero se aguantó las ganas, se levantó, patió el balón y que se mete hecho madre a su tejabán. Al otro día el Benjas fue a la tiendita y se la hizo de pedo al Margarote, al principio Margarote salió muy gallito, pero cuando ve que el Benjas trae un machetote, ni madres, que se quita el sombrero, agacha la cabeza, se limpia el sudor y que se retacha a su cantón. El Benjas se quedó un ratote mentando madres y diciendo pendejada y media afuera de la tiendita; luego llegó Rosalío y como que le dijo algo porque de rato ya estaban afuera de la casa del Momis tomándose unas caguamas.

Pinche Lugo es igual que el Benjas, ni aguanta nada. Cuando me agarró a chingadazos fue porque me reí cuando se puso a bailar rap en la casa del Pocho. Íbamos con el Gerry porque tenía greibor y poníamos a Emci Jamer y Vanila Ais para bailar breik dans, el ojete del Lugo le hacía bien curado, parecía que le dio el ataque de Aurorita y sacaba la lengua como chiva medio muerta, y que se me sale la risa y madres que me cae a putazos. Que llego llorando a la casa y no salí en un buen rato porque el Sotaco y el Muelas me arremedaban y se la curaban conmadre de mí.

Mi jefe me regaña cuando me ve que ando con Lugo, dice que no me junte con los cavernícolas porque luego les da hambre y comen carne humana. Anda encabronado porque el Benjas le dio unos palazos a la Chuchi, y es que pinche perra ve que se queda la puerta abierta y corre de volada a la calle, no le hace nada a la gente, ataca nomás a otros perros y a los animales. Esa vez llegó con una chiva del Benjas en el hocico, la chiva le hacia meeee, meeee, meeeeee. La Jesusa ni se la comió ni nada, la dejó medio destripada, tirada en mero en medio de la puerta. Lugo vio y fue de peine con el Benjas, el vato llegó un ratillo después y le dijo a mi jefe que le tenía que pagar la chiva, mi papá le dio treinta y cinco mil pesos y se aguitó todo, tenía rato sin trabajo, esa semana comimos puro pinche huevo y frijoles. De perdido nos hubieran dejado a la chiva, pero ni eso, al Benjas se le ocurre llevársela a su casa, ya en la tarde se seguía escuchando el meeeee, meeeee, meeeeeee, era la chiva que estaba jode y jode porque Benjas le metió las tripas de nuevo y le cosió la panza. Lo más culero es que le mochó la pata de un machetazo porque la Jesusa le dejó los puros pellejos. La chiva coja duro un buen rato viva, a veces el Muelas, el Sotaco y yo jugábamos a darle de pedradas en la pata buena nomás para ver como daba el azotón.

Luga tiene la maña de meterse en las casas, no se roba nada, se mete y ya, le gusta mirar las cosas de los vecinos, creo. Un día se metió a la casa de los maestros, en la privada, por la Pío, como está bien ñanguilla se pasó por las rejas. No sabía que el Rocky era bravo, tuvieron que meterle un palo en el hocico pa que soltara a la Luga. Cuando Benjas se enteró que el Rocky se comió medio cachete de Luga se emputó tanto que fue a la privada se saltó la reja y mató al perro a patadas. Esta vez Rosalío no pudo sacarlo de la cárcel, los maestros metieron licenciado y valió madres el pedo. Duro como mes y medio en el tambo por matar al Rocky, cuando salió Rosalío le regaló un recorte del Extra donde hablaban de Benjas. Lugo le habló a toda la banda y nos enseñó con orgullo el pedazo de periódico que su jefe pegó en la puerta de su cantón, parece que salía algo como: “Salvaje mata a perro con sus propias manos”, una foto de Benjas y las letritas que ya no se podían leer porque se fueron borrando con el sol.

Crónicas de la infancia

Pipo

Hace frío. Pipo sale en las noches en la bici a dar vueltas por las Nuevas. Trae una gabardina negra, siempre la misma gabardina negra. La Guera anda diciendo en toda la cuadra que no trae nada abajo, que anda encuerado, buscando chavitos pa que le den pa sus chicles. Pasa como dos o tres veces por Martín de Zavala, se queda un rato mirando la calle, recargado en el árbol de aguacate de la vecindad. Como a las once da su última vuelta en la colonia y luego ya no se le ve. Sotaco dice que baja al río Santa Catarina a buscar a los teporochos de las covachas.

Hace frío y ya van muchos días desde que los gárgolas se chingaron las lámparas. Todo está muy oscuro. Ya ni me dejan salir a patear, no se ve ni madres. De noche como que quiere llover, casi no hay nadie en la calle, nomás el Pipo que pasa y pasa en su bici, con la gabardina negra.


miércoles, 12 de marzo de 2008

VOYEUR DE SUPERMERCADO

Éste es quizás el espécimen más común de la familia de los voyeurópidus. Su hábitat natural son las tiendas de autoservicio, así como la habitación más pequeña en casa de sus padres. Se alimenta del cereal que puede extraer de cualquier caja abierta y olvidada entre los anaqueles, o de los yogurths a medio beber que los clientes esconden entre el departamento de caballeros y perfumería.

Totalmente diurno, dicho animal se dedica a observar a su presa –las amas de casa que eligen la verdura los martes, porque es la mejor– durante horas; mientras que éstas, inocentes y ajenas al depredador, palpan selectiva y rígidamente los tomates que servirán para la cena. Entre el ir y venir de las hacendosas mujeres, el voyeur de supermercado tiene erecciones pequeñas, mismas que habrá de esconder bajo su mandil de cajero feliz.

martes, 4 de marzo de 2008

Rutinas

Hace tiempo realicé un experimento, durante varios días fui armando un cuento con las frases del messenger, algunas personas se dieron cuenta y me lo comentaron, otras no, supongo que algunas ni siquiera lo notaron, la estructura estaba basada en oraciones simples y la anécdota es muy sencilla, aquí lo pongo a su consideración:

Rutinas


"Everything is as it's always been. This never happened."
-Take it easy, Brigth Eyes

Hay costumbres que intentamos volver tradiciones, “te veré todos los martes”, “leeré un libro por semana”, pero no logramos que se vuelvan parte de nuestra vida.

Están ahí, a veces las recordamos, regresamos a ellas, las hacemos, pero luego las olvidamos hasta que el recuerdo nos gana de nuevo.

Sin embargo, hay otras que son parte de nosotros, de las cuales no podemos despegarnos, son rutina.

Pero una rutina que no es monótona, una rutina que nos ayuda a que los días sean más ligeros.

En mi caso el cigarro que más disfruto es el último de cada noche, el que fumo en mi cuarto con la ventana abierta -si es que el clima lo permite- para ver la luna.

A veces me duermo sin darme cuenta, el otro día la soñé, recuerdos de ella y partículas de amor; Danny Devito me decía que a ella le gustaban las flores; desperté.

Rutinas: levantarse, lavarse los dientes, ponerse la corbata, prender el televisor para no desayunar solo.

El trabajo en la oficina, las sumas, las restas, los porcientos, los pornadas, los sándwiches, el regreso a casa.

Ese ruido: es de noche y alguien sube las escaleras hasta la puerta de mi departamento, pero no entra, no sé quien sea, van tres noches que lo sueño.

Hoy por fin tocaron a la puerta, era ella, entró sin decirme nada; sin saludarme siquiera.

Se sonríe, me toma de la mano, me hace que la toque, si es un sueño no quiero despertar.

Me lleva al cuarto, estamos juntos, no hay una sola parte de su cuerpo que no sea como siempre la he imaginado.

El calor me despierta, parece que las cenizas del último cigarro provocaron el fuego, decido volver a dormir, ver si ella sigue en mi sueño.

lunes, 3 de marzo de 2008

VOYEUR DE CAFÉ

Atravesaron la puerta con los últimos rayos de la tarde. Se sentaron a mirarse y terminaron por ahogar sus ojos en la amargura del café. Ahora no saben qué decir. O mejor dicho, no pueden decir nada. Lo único que les queda es compartir la derrota en una taza.

Flotan en sus recuerdos y hablan para sí mismos como si repitiesen una letanía amorosa, nostálgica, imperfecta. La mira y le dice que la ama, ella llora y dice “Nunca más”.

Pagan la cuenta y se van, me quedo solo en el café.

Ella, ella ya lo olvidó. Él, él la recuerda ahora. Y yo, yo no puedo olvidarlos.