Capítulo I
Edad de lodo
Nos han robado todo: la tierra, la sangre, el sudor de nuestros cuerpos… la vida misma.
Capítulo II
Edad de Madera
Con el primer disparo Ramón apretó la quijada, como masticando el estremecimiento que electrizaba su cuerpo.
¡Ríndanse! ¡Están Rodeados! ¡Ríndanse!
A unos metros, apostados junto a la vía del ferrocarril, Arturo y Salomón, atónitos, observaban las líneas de luz que las ráfagas enemigas dibujaban sobre sus cabezas.
Capítulo III
Edad de hierro
Si no te doblas te chingan, poco a poco te joden, te van quebrando, te miden, te van midiendo y se ríen y te putean y maldicen hasta cagarse, y te vuelven a putear una y otra y otra y otra vez hasta que te sientas menos que un perro, hasta que te arrepientas de haberte metido donde te metiste, hasta que te de asco ser humano… como ellos.
Capítulo IV
Edad de fuego
Nada hay sino un rencor callado, un odio enraizado que a veces estalla y todo lo quema y hace cenizas.
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