jueves, 3 de julio de 2008

Now the damned have no time to make amends
David Bowie



1848,
Samuel Brannan
grita la noticia al mundo:

la ciudad prometida nacerá del desierto.

Argonautas,
hombres solos,

yo también persigo la dulzura del oro,
también me desgarro las uñas en los ríos de rocas
y mi sangre bautiza el nicho de las serpientes,

y me quemo la piel del cuello,

hurgo la tierra donde se bruñen mis dedos,
por el calor,
por la fiebre.



1849,
la ciudad dorada.

Asesiné a 26 hombres de cuyo desplome
me queda la nostalgia y el olor a pólvora,

el sonido de sus cuerpos reventándose en la tierra.


Nada encontré.


Anclé mi pecho argonautas,
(igual que todos los cegados)

regresé y era un buque hueco,
ajado por la sal,
cubierto por la arena...



Yo también persigo la dulzura del oro.

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