lunes, 28 de julio de 2008

Ronin

En aquel tiempo habían decidido que te llamaras Ramón, tú lo aceptaste. Adiós a la escuela, al trabajo, a la familia. Ella siguió llamándose Sofía. Recuerdas el dolor en las piernas por los entrenamientos; los nervios antes del asalto, la angustia de ver desangrarse a tu compañero en el auto robado. Luego vinieron los errores, los cambios, aún te despiertan los gritos de la policía entrando en la casa; creíste que nunca te recuperarías de los golpes, que no volverías a servir como hombre. Estabas dispuesto a morir sin contarles nada, pero dijeron su nombre, ese nombre que se quedo en público, tú lo aceptaste, dejaste de ser Ramón.

Por 15 años has sido un apestado, tus manos están llenas de sangre. La gente sabía donde encontrarte, sabían lo que podías hacer y lo hiciste. Asesino. Sin embargo, la vida no sabe igual. Hoy te buscaron de nuevo, una mujer; te cuenta una historia de venganza, te da una foto y una promesa de pago… reconoces al tipo, el mismo que te interrogó… antes de irse pregunta tu nombre. Le respondes sonriendo: Ramón.

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