Todo ha sido saqueado, traicionado, vendido.
Las grandes alas negras de la muerte rasgan el aire,
la Miseria roe hasta los huesos.
¿Cómo, entonces, no desesperarse?
Ana Ajmátova
¿Qué otra cosa queda,
excusas, lamentos,
el desencanto?
¿He llegado tarde a todo?
Sí,
y hace frío en San Petersburgo
y la única paz es la de los muertos.
Sí,
pero no estoy en San Petersburgo
y no le temo al ejército rojo.
Sí,
nada me pertenece.
¿La única paz es la de los muertos?
cierro los ojos
e imagino cómo se sentirá el frío arañándome los huesos
¿Cómo, entonces, no desesperarse?
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