Quedarme con los brazos cruzados. Eso dijiste cuando te preguntó, quedarme con los brazos cruzados, como en una escena de una película de Truffaut.
Antoine Dionel se cruza de brazos, complacido, la mirada cínica y una mueca semejando enojo ¿hastío? el adolescente, el joven, el hombre maduro, Jean-Pierre Léaud ¿los tres están en escena? seguro es un fotomontaje, mira que 20 años de ser Dionel debieron volverlo, efectivamente, Dionel.
Nada.
La pintura tras el adolescente, se parece tanto a Dionel y la buscaste toda la noche, de quién era, quién la hizo, cómo se llama el autor, por qué el rostro cubierto, por qué la mirada y por qué los tres Léaud se cruzan de brazos, esas miradas perdidas, los cuatro, pero nada; lástima que hace calor y no usas suéter con cuello de tortuga, cuando contestaste quedarme con los brazos cruzados, hubieras cubierto tu rostro y cruzarías los brazos y luego la mirada ¿entendería la referencia? Por supuesto que no.
Nada.
Inventaría quién es, el pintor, por qué el adolescente y el suéter y el rostro cubierto y los brazos cruzados, pero no, tampoco sabes el nombre de la película, no has visto nada de Truffaut; lo sacaste de alguna fotografía del larousse y ahora ya sabes todo de la nueva ola y Truffat y Godard y esos dos porque son de los únicos que te acuerdas.
Mejor no arriesgarse ¿qué tal si sabe algo de cine?
NADA.
Dionel, los tres, o mejor dicho, los cuatro: otra vez llegaré solo a casa.
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1 comentario:
esta coqueto* este blog
miau*!
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