Bienaventurados los que nada esperan
Porque ellos nunca serán defraudados
I
Desconfío de los hombres
y mujeres risueños,
en sus corazones hay tanta angustia
que se han olvidado de sí mismos.
II
No espero nada de la vida,
sólo espero,
interminablemente.
III
Vagamente feliz era aquel hombre,
extraño, francamente imbécil,
qué inútil e inocente fue mi padre.
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