martes, 1 de abril de 2008

Crónicas de la infancia

Rosario

Méteme la mano debajo de los calzones. Me da como miedo que nos cachen. Nadie se mete aquí, nadie nos va a cachar. Sentí suavecito luego mojado, me daba vergüenza que Rosario supiera que yo nunca hecho nada de eso, que estaba bien pendejo y ella me tenía que decir cómo hacerle.

Al principio ella era la que me buscaba, en el recreo se me quedaba viendo y se reía, luego me preguntaba si ya había comprado tacos con doña Pachis, yo siempre me esperaba hasta verla, luego íbamos al puesto al otro patio de la Arcadio, platicábamos de la tele, de carrusel de las américas y las caricaturas, después me dijo que ya no le gustaban, que oía a Pablito Ruiz y a Caló, que la Cuquis y Pita ya tenían novio y que le gustaba un chavo de la cuadra.

Rosario ya era grande, estaba en sexto año y se pintaba los labios. Tenía el pelo largo y clarito, cuando se reía se le saltaba un diente que tenía chueco, siempre se recogía el pelo en cola de caballo y se dejaba el fleco esponjado, siempre tuvo unos ojos bonitos, cuando se acercaba olía al perfume del spray.

Rosario siempre llevaba lonche, esa vez mi jefa me dio diez mil pesos y me dijo que le diera la feria, se me ocurrió picharle unos tacos a Rosario y en la salida ella me dijo que el que le gustaba de la cuadra era yo, no supe qué hacer, me puse tartamudo y todo sudado, se me quedó viendo un rato y de repente me dio un beso en la boca. Ese mismo día fue a mi casa, pero mi jefa no me dejó salir porque me había gastado la feria del lonche. Como tampoco me dejaron prender la tele, me salí al patio con la Chuchi, a darle balonazos a la pared, Rosario me chistó, se metió a la casa abandonada de un lado del cantón y se trepó a la barda del patio de mi casa, fue la primera vez que platicamos como novios y que me dijo que me quería.

Cuando la Comadre, el Muelas y Piter se enteraron que andaba con la Rosario se cagaron conmigo. Una vez hasta nos corretearon en la bici y me dieron una pedrada en la espalda, me emputaba de a madres que siempre estuvieran cagando el palo, hasta miaron la barda donde Rosario y yo nos poníamos a platicar, olía bien gacho y tuvimos que echarle jabón fab para que se le quitara el pinche olor.

Íbamos a la Wendy a comprar bolis y a veces a la avenida nomás para caminar, al último yo no podíamos hacer tanto eso, porque Piter y el Muelas me traían en corto y andaban diciendo que me iban a partir la madre.

En la escuela Rosario le dijo a Cuquis y a la Pita que yo era su novio, ellas se rieron, pero como quiera me quedé un rato platicando, luego me di cuenta que la Comadre se me quedaba viendo bien gacho y mejor me fui sordeado para el otro patio. En la noche Rosario me reclamó y me dijo que porque la había dejado sola, que la Pita y la Cuquis se la habían curado y que si no platicaba con sus amigas ya no iba a ser mi novia. Yo ya no dije nada, me quedé callado.

Si me das un beso bésame con la lengua y luego me chupas la oreja y me sobas las nalgas.

Nada más fue una vez la que nos metimos a la casa abandonada, al otro día ya no quiso hablarme y ni me hacía caso. Luego supe que Piter le dijo a todos que se había cogido a Rosario en la casa del Gremblin, que les prestó su cuarto cuando doña Petra no estaba. Fui a buscarla a su casa y le dije que si íbamos a la barda a platicar, me dijo que no, que ya no quería ser mi novia y que ahora quería al Piter. Me dieron ganas de llorar, pero no lloré porque en la esquina estaba el Gremblin y el Muelas y le iban a ir con el chisme a los demás.

Me enojaba un chingo que al Piter no le decían nada por andar con Rosario, que a mí si me chingaron la madre y a él no se la hicieran de pedo. Dejé de salir a la calle y dejé de jugar fut con ellos.

Rosario entró a la secu 45 y tuvo que irse a vivir con su abuelita, ya no andaba con Piter, Muelas me dijo que era novia de uno de tercero, el Mayo de la Miguel Nieto. De rato se me olvidó y volví a salir a la calle, ya no me dijeron nada, ni tampoco yo les dije nada. La última vez que me topé a Rosario fue una vez que fui a comprar bolis con mi tía Dafne a la Wendy. Yo agaché la cabeza, no quise mirarla, me daba vergüenza, Dafne me dijo que no me agachara que levantara la cabeza y que la mirara, para que ella supiera que me valía madres pero cuando quise hacerlo ya no estaba. Cuando iba a la Wendy quería ver a Rosario, mirarla para que supiera que me valía madres, pero ya no fue necesario, nunca más la volví ver en la cuadra.

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