domingo, 14 de septiembre de 2008
Nothing much has changed...
The last picture show(1971)de Peter Bogdanovich
Una de las películas mas "duras" que he visto últimamente.
"Desesperanzado retrato de la América de los 50, que el cineasta retoca para hacerlo global a una América actual y futura, que despedaza sin piedad dejando la esperanza abandonada en una polvorienta calle de un minúsculo pueblo.
Estructurada en torno a la vida cotidiana de un pueblo de la América profunda, Bodanovich rasga con su bisturí una cara nada amable de una sociedad en la que él ya no cree, desesperanzada, sin ilusión y sin futuro, siendo lo más coherente el personaje del León (un magnífico Ben Johnson galardonado con el oscar), el referente del pasado, un pasado que siempre fue mejor (esos "glory days" que nunca van a volver). El cowboy desclasado, tantas veces visto en los westerns crepusculares que no tiene lugar en la nueva vida que se abre, pero que a diferencia de otras veces, ésta vida no es mejor que la anterior, es peor y ni siquiera lucha contra ella, se limita a verla pasar.
Gente olvidada y olvidable, vidas monótonas en las que no pasa nada y cuya mejor salida es la guerra de Corea que les espera a los muchachos o esperar proposiciones de ricos hombres en el caso del personaje de Cybill Sheperd. Son perdedores que no dejan la ciudad para ganar, no luchan por salir de su atolladero, siguen y siguen, como el León, viendo la vida pasar hasta que otra generación pasará por delante de ellos y se darán cuenta entonces que ya no son el futuro sino que son el pasado.
Desgarradoramente melancólica, la película es un ejercicio de nostalgia elevado al paroxismo. Es tal la agonía que desprenden sus imágenes que incluso puede llegar a doler. A través de la vida ordinaria de dos chicos del pueblo y sus relaciones con las mujeres, sus iniciaciones, su separación...su vida, Bogdanovich no hace otra cosa que poner de relieve el sentimiento existencial del paso de la adolescencia a la madurez. Una etapa donde cada acto marca las decisiones futuras, una época de transición donde el director se preocupa en que entendamos que no va a haber ninguna transición. Eso va a quedarse ahí de por vida.
Los personajes son seres perdidos, amargados y resentidos. Las diferentes relaciones que entre Sam Bottoms y la esposa de su profesor, o Cybil Sheperd o el amante de su madre, no es más que una búsqueda desesperada de amor y comprensión en un ambiente donde no hay cabida para sentimientos reales, como lo muestra la magnífica secuencia del momento después de la primera relación sexual (frustrada) entre Jeff Bridges y Cybill Sheperd. Esas apariencias en las que vive un pueblo olvidado donde la máxima distracción es la evasión constante, eterna.
Bogdanovich filma magistralmente una cinta que produce en el espectador todo tipo de sensaciones malsanas, invitándonos a pisar a fondo el acelerador cualquier vez que lleguemos a un pueblucho así.
Esa según Bogdanovich es América, la real, la pura, la genuina."
Fuente de la reseña:
http://www.miradas.net/2005/n41/estudio/thelastpictureshow.html
Opening
Muerto vivo.
Una vez más... el desencanto.
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