miércoles, 17 de diciembre de 2008

Álvaro de Campos

Bicarbonato de soda

Súbita, una angustia...
¡Ah, qué angustia, qué náusea del estómago en el alma!
¡Qué amigos he tenido!
¡Qué vacías de todo las ciudades recorridas!
¡Qué estiercol metafísico mis propósitos todos!

Una angustia,
Un desconsuelo en la epidermis del alma,
Un dejar caer los brazos en el crepúsculo del esfuerzo...
Reniego.
Reniego de todo.
Reniego más que de todo.
Reniego a espada y fin de todos los dioses y su negación.
Pero ¿qué es lo que me falta que siento faltarme
en el estómago y en la circulación de la sangre?
¿Qué aturdimiento vacío me extenúa el cerebro?

¿Debo tomar cualquier cosa o suicidarme?
No: Voy a existir ¡Vamos! Voy a existir.
E-XIS-TIR
E-XIS-TIR
¡Dios mío! ¡Qué budismo me refresca la sangre!
Renunciar de puertas abiertas.
Frente al paisaje todos los paisajes,
Sin esperanza, en libertad,
Sin nexo,
Accidente de la inconsecuencia de la superficie
de las cosas,
Monótono pero dormilón,
Y qué brisas cuando las puertas y las ventanas
están todas abiertas!
¡Qué verano tan agradable el de los otros!

¡Denme de beber, que no tengo sed!



Lisbon revisted


[1926]

Nada me ata a nada.
Quiero cincuenta cosas al mismo tiempo.
Ansío con una angustia de hambre de carne
lo que no sé qué será
—definidamente por lo indefinido...
Duermo inquieto, y vivo en un soñar inquieto
de quien duerme inquieto, mitad soñando.

Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias.
Corrieron las cortinas de todas las hipótesis que podría ver en la calle.
No existe en la travesía hallada el número, de la puerta que me dieron.

Desperté a la misma vida a la que me había dormido.
Hasta mis ejércitos soñados sufrieron derrota.
Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados.
Hasta la vida sólo deseada me harta —hasta esa vida...

Comprendo a intervalos inconexos;
Escribo en lapsos de cansancio;
y un tedio que lo es hasta del tedio me arroja a la playa.

No sé qué destino o futuro, compete a mi angustia sin timón;
no sé qué islas del Sur imposible me aguardan náufrago;
o qué palmares de literatura me darán al menos un verso.

No, no sé esto, ni otra cosa, ni cosa alguna...
Y, en el fondo de mi espíritu, donde sueño lo que soñé,
en los campos últimos del alma donde rememoro sin causa
(y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas),
en los caminos y atajos de las florestas lejanas
donde supuse mi ser,
huyen desmantelados, últimos restos
de la ilusión final,
mis ejércitos soñados, derrotados sin haber sido,
mis cohortes por existir, despedazadas en Dios.

Otra vez te reveo,
Ciudad de mi infancia pavorosamente perdida
Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí
¿Yo? ¿Pero soy yo el mismo que aquí vivió, y aquí volvió,
y aquí volvió a venir, y a venir,
y aquí de nuevo volvió a venir?
¿O somos todos los Yo que estuve aquí o estuvieron,
una serie de cuentas-entes unidas por un hilo-recuerdo,
una serie de sueños de mí de alguien de fuera de mí?

Otra vez te reveo,
con el corazón más lejano, el alma menos mía.

Otra vez te reveo —Lisboa y Tajo y todo—,
transeúnte inútil de ti y de mí,
extranjero aquí como en todas partes,
casual en la vida como en el alma,
fantasma errando por salones de recuerdos,
al ruido de los ratones y de las tablas que crujen
en el castillo maldito de tener que vivir...

Otra vez te reveo,
sombra que pasa a través de sombras, y brilla
un momento a una luz fúnebre desconocida,
y entra en la noche como se pierde un rastro de barco
en el agua que deja de oírse

Otra vez te reveo,
pero, ay, ¡a mí no me reveo!
Se rompió el espejo mágico en que me reveía idéntico,
y en cada fragmento trágico veo sólo un pedazo de mi —
¡un pedazo de ti y de mí!...


[1923]


No: no quiero nada.
Ya dije que no quiero nada.

¡No me vengáis con conclusiones!
La única conclusión es morir.

¡No me traigáis estéticas!
¡No me habléis de moral!
¡Quitadme de aquí la metafísica!
No me prediquéis sistemas completos, no me ensartéis conquistas de las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias)
¡De las ciencias, de las artes, de la civilización moderna!

¿Qué mal les hice yo a los dioses todos?

Si tenéis la verdad, ¡guardadla!

Soy un técnico, pero tengo técnica sólo dentro de la técnica.
Fuera de eso soy loco, con todo el derecho de serlo.
Con todo el derecho de serlo, ¿oísteis?

¡No me molestéis, por el amor de Dios!

¿Me queríais casado, fútil, cotidiano y tributable?
Me queríais lo contrario de esto, lo contrario de cualquier cosa?
Si yo fuese otra persona, os daría, a todos, por el gusto.
Así, como soy, ¡tened paciencia!
¡Iros al diablo sin mí,
o dejadme ir solo al diablo!
¿Para qué habremos de ir juntos?

¡No me cojáis el brazo!
No me gusta que me cojan el brazo. Quiero ser solitario.
¡Ya he dicho que soy solitario!
¡Ah, qué lata que queráis que yo pertenezca al grupo!

¡Oh cielo azul —el mismo de mi infancia—
eterna verdad vacía y perfecta!
¡Oh suave Tajo ancestral y mudo,
pequeña verdad en donde el cielo se refleja!
¡Oh pesar revisitado, Lisboa de otrora de hoy!
Nada me dais, nada me quitáis, nada sois que yo me sienta.

¡Dejadme en paz! No tardo, que yo nunca tardo...
¡Y mientras tarda el Abismo y el Silencio quiero estar solo!

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